El artículo 85: entre la patología y la ética

14.04.2014 09:00

Dr. José Miguel Gómez

Sucede y acontece que existen actitudes y comportamientos en la mentalidad de los dominicanos, donde se repiten los mismos patrones en diferentes épocas, como si la historia se detuviera y los actores fueran los mismos. El articulado y la revisión de la Constitución y las leyes tienen su propia radiografía, que forman parte de la identidad, o de los hábitos políticos nuestros, donde liberales y conservadores piensan y actúan iguales. Desde el siglo XIX Pedro Santana, angustiado por la incapacidad para responder a la confrontación de grupos, le pidió a su armador teórico Bobadilla un artículo, el 110, que le diera poder para aplicar la “Ley y el orden”. Apoyado en ese artículo fue que Santana fusiló a María Trinidad Sánchez, a los Puello, a Duvergé, y desterró a los trinitarios; le quitó la vida a un ladrón por un racimo de plátanos en la vía pública, para dar testimonio del artículo 110. Luego le tocaría a Buenaventura Báez, que necesitó una revisión de las leyes para los préstamos extranjeros, “poderes especiales”. Y para la compra del tabaco a la flor y darle pensión a todas las mujeres de generales vivos y muertos. También se fabricó su propio articulado.

Para que la patología social dominicana se siga manteniendo, después de la guerra de Restauración, llegó el celebre Lilís, un liberal que venía de la costilla del general Gregorio Luperón. En uno de sus gobiernos el general Lilís le impuso al Congreso su articulado para devaluar la moneda dominicana – el peso -, donde Lilís decía “si la máquina ta’ buena que tire peso” aunque eran pesos sin respaldo.

Después de esos comportamientos y mentalidades de liberales y conservadores, fue que el sociólogo Francisco Bonó dijera “los dominicanos individualmente piensan bien, pero cuando se agrupan piensan y actúan mal”.

Cada quien se irrespetaba e irrespetaba a los demás amparado en el bien, en la ley, y preservar las buenas y sanas costumbres de los dominicanos: “envidioso, amigo de lo ajeno y amante de la hamaca, de los gallos y del vicio” como lo describía el pesimismo de Ramón López y Américo Lugo.

Años después, llegó el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo, y como todo lo que hizo fue grande y poco ético, se casó con doña Bienvenida Ricardo sin quererla ni amarla, prima de su complemento Joaquín Balaguer, cinco años de matrimonio y Bienvenida no daba hijo, ¿saben qué hizo el jefe Trujillo? mandó un nuevo artículo al Congreso donde él era senador, que decía: “todo hombre que tenga 5 años o más y la mujer no dé hijo se puede divorciar sin acudir a la ley, y sin “pe ni pa”, se dejó de doña Bienvenida. Pero, como Dios es justo; estando casado con la españolita María Martínez de forma infiel, salió embarazada doña Bienvenida. Luego le tocaría a Balaguer, un intelectual que el propio Congreso liberal le nombró “padre de la democracia” dijo en varias ocasiones que la Constitución era un pedazo de papel en la que no creía, ni se regía; apelando siempre a su articulo 55, y creando comisiones y “diálogos tripartitos”, pero al final hacía lo que le daba la gana.

Décadas después el presidente Hipólito Mejía se propuso su propio articulado para reelegirse y lograr cambiar la Constitución. Ahora, aparece una nueva revisión al Código Procesal Penal y el artículo 85, donde les niega los derechos democráticos a los ciudadanos y les deja desamparados para demandar, reclamar y fiscalizar el cuidado pulcro y ético del dinero del pueblo.

Podrían los senadores y diputados votar por el artículo 85, pero en el fondo y ante Dios y el espíritu social, es un procedimiento no ético, no moral, no democrático. Ese artículo le pega más a Santana, Lilís y Trujillo, pero niega a Duarte, Hostos, Espaillat, y Bosch.