Según la crianza, llegan las patologías

01.07.2013 10:38

Cuando la crianza es sana reproduce ciudadanos sin patologías.

Escrito por: José Miguel Gómez

Los trastornos de la personalidad, las enfermedades mentales y las alteraciones de las conductas, se deben a múltiples factores, donde la herencia y la dinámica familiar inciden como determinantes preponderantes. La crianza influye en el carácter y el temperamento que viene en los genes a través de la herencia, junto a las circunstancias socio-culturales establece el tipo de personalidad. Pero hablemos de la crianza, del tipo de apego, del vínculo, y del sentido de pertenencia que se construyó en la Infancia. ¿Ese apego fue seguro? ¿el vínculo fue sano? Se sintió ser aceptado, valorado, querido y protegido dentro de familia donde creció; O el apego fue inseguro, de abandono, ambivalente; el vínculo no fue sano, y la dinámica afectivo-emocional que se estableció fue de maltrato, abuso sexual, de indiferencia, hostil, con ausencia e inseguridad.

Según el tipo de crianza, llegan las patologías y las conductas disociales en niños y adolescentes, que terminan siendo de alto riesgo en la vida adulta. Me preocupa la cantidad de familias rotas, disfuncionales y con patologías que van siendo reproductoras de trastornos conductuales en sus hijos, tales como: pandillerismo, bandolerismo, delincuencia, desafío a la autoridad y de ambulación sin propósito etc.

Esos niños y niñas abusadas, maltratadas, que viven en una dinámica hostil, violenta con agresiones y amenazas constantes, van aprendiendo una cultura de vivir y resistir a la defensiva, siendo violentos y agresivos como forma de sustituir; Pero sobre todo, almacenan ira, enojo, frustraciones, resentimiento, odio, falta de sentido de pertenencia, de pobres vínculos y con desapego emocional. Las historias de violencia doméstica, de feminicidios, de maltrato a la mujer, de violencia social y alto consumo de drogas; así como el aumento de suicidio en adolescentes y de muerte por negligencia en niños, tiene que ver con ese tipo de crianza de alto riego que, unido a las determinantes de pobreza, falta de educación, de exclusión social, de vivir en desesperanza aprendida y en disonancia emocional crónica, lleva las personas al desapego familiar y a las patologías sociales.

En aquellas familias donde sus modelos de crianza fueron sanos, equitativos, seguros, estables y fiscalizados. De esos modelos salen niños y adolescentes seguros, armoniosos, afectivos, contralados, maduros, humanos y resonantes. La inversión social en las familias vulnerables es la prevención al origen de las patologías psicosociales. Una familia intervenida a tiempo, se convierte en un factor protector para sus hijos, que necesitan crecer y madurar saludable y funcionales. La crianza, cuando es sana y vincular, con amor y con sentido de pertenencia reproduce hijos sanos, adultos equilibrados que establecen dinámicas de parejas sanas. Pero también, ciudadanos sanos, sin patología individual ni social.