El PRD: Su diagnóstico y tratamiento

13.01.2014 17:37

Dr. José Miguel Gómez

En la psiquiatría hemos aprendido que una crisis tiene una duración de horas a días y pocas veces llega a una semana. Un episodio dura varias semanas, pero pocas veces se extiende por un mes de alteración psicoemocional y conductual. Una fase es una alteración que dura meses, pero difícilmente llega de 4 a 6 meses. Sin embargo, un proceso es una ruptura en la continuidad del sentido de vida de la persona que una vez instalado altera el pensamiento, la conducta, la relación con los demás, consigo mismo, con las relaciones grupales, laborales, y espiritual, impidiendo que la persona vuelva a ser la misma de antes en término de sus expectativas psicosociales. Tanto el proceso como las fases son los que predominan en los trastornos mentales que pertenecen al grupo de enfermedades crónicas no trasmisibles: Esquizofrenia y Bipolaridad.

En la escuela se dice, cuando se repite el mismo curso varias veces, la escuela y los profesores dejan de ser culpables. El PRD es un partido que no aprende, o son malos alumnos, o le corresponde una escuela de Educación Especial en política. Por lo menos, parece que han perdido la capacidad de juicio crítico, el nivel de discriminación y el nivel de asociación para tomar distancia entre lo que deseo, lo que conviene, y la propia realidad psicosocial que les hace desintonizar con la sociedad actual y con los propios grupos de sus “iguales” que se comportan patológicamente: “los ellos y los nosotros” “los nosotros contra ellos”. Ese proceso morboso del PRD se ha hecho crónico, recurrente y de mal pronóstico. Debido a que su conflicto no es ideológico, ni filosófico, ni cultural, ni social.

Más bien se ha estructurado a través de actitudes emocionales negativas: ira, enojo, frustraciones, rabia, envidia, resentimiento, odio, culpa, vergüenza y sed de vergüenza. Es decir, se ha convertido en un partido disonante y de pobre resiliencia social. Como todo proceso deteriorante, al PRD se le ha imposibilitado organizar el pensamiento, las ideas, no tiene estrategia ni táctica; ha perdido la capacidad para medir los riesgos y las consecuencias; La conducta y el comportamiento se hacen recurrentes, los métodos que eligen no son congruentes con las ideas, ni con el proyecto, ni con los propósitos. Se disgregan, se confrontan, se acusan, el enemigo está dentro y fuera. Un día creen en el Tribunal Constitucional -creado para alimentarle y sostenerle el conflicto- y al otro día, sus enemigos son amigos del gobierno dentro de su propio partido; Pero a la semana siguiente, el enemigo, está en la Fundación Global que contrala al Tribunal, a una parte del partido y le estimula a una conducta predecible, pleitista, de donde se produce una de ambulación sin propósitos, propia del que ha entrado un proceso difícil de organizarse de forma inteligente y saludable.

Literalmente, el PRD ha entrado en un proceso de despersonalización, de autodestrucción, de desmotivación y de anomía partidaria, que ha entrado en la adicción al conflicto, o a la dependencia Psicosocial de un partido de alto riesgo, donde las personas se habitúan, le atrae, le gusta el conflicto como estilo de vida, para terminar siendo un partido de estilo de vida irresponsable.

La cura o remedio para el PRD es intersectorial y multidisciplinario. O sea, si gano aniquilando mi adversario dentro, pierdo; Si destruyo a mi contrario dentro, y conquisto una parte, pierdo. Sí me excluyo del partido, pierdo. Si mantengo el conflicto y llegan las elecciones, pierdo. Si ganó el contrario, pierdo dos veces, adentro y fuera. El PRD necesita una psicoteria de grupo con Intervenciones racional- emotiva, y algunas sesiones psicodinamica, para detener esa patología partidaria.