2014: Ser mejores personas y hacer lo correcto

07.01.2014 09:37

Dr. José Miguel Gómez

 

En cada espacio. En cada familia. Allí donde se toman las decisiones, deben abundar personas motivadas en el logro colectivo.

Las acciones de un Estado que practique el bienestar social y que lo ejecute pensando en las próximas generaciones, expresa dos cosas: hacer lo correcto y ser mejores personas.

Sin embargo, cuando las estadísticas hablan de crecimiento de la desigualdad, la pobreza, la inequidad en el gasto social, falta de políticas públicas y aumento de los riesgos psicosociales, entonces, se habla de practicar lo incorrecto, y de ser personas poco sanas.

La caridad de ofrecer o dar migajas a través de subsidios y ayudar a grupos vulnerables, no es otra cosa que reconocer la ausencia de oportunidades equitativas y justas, y de falta de cohesión social de forma equilibrada y sostenible.

Las sociedades reproducen seres humano más disfuncionales, más enfermos y más individualizados. Las nuevas patologías psicosociales: consumos masivos, estilos de vida narcisistas, abuso y dependencia a las drogas, individualismo social, depresión, estrés crónico, deshumanización, corrupción, apatía social, estilos de vida irresponsables, son parte del deterioro humano de la economía, la política y la sociedad.

Las consecuencias de esas patologías e inequidades sociales son: delincuencias, inseguridad ciudadana, crimen organizado, homicidios, violencia social, prostitución, y mucha miseria humana.

En lo individual, las personas han decidido participar en los grupos gremiales y políticos, no en busca del altruismo social, o practicar la sociedad basada en motivar, despertar o crear las oportunidades para que las demás crezcan, se empoderen o sea protagonista de procesos sociales con visión a la colectividad.

Las motivaciones han sido egocentristas, personalizadas, grupescas, para repartir y solucionar el ascenso social o la movilidad social hacia el estatus, de forma rápida, sin consecuencia y de forma incorrecta.

El colectivo se ha vuelto visual, y silente. Ha decido acatar, retroceder hacia el paternalismo, la patrifocalidad, el conservadurismo, el asistencialismo colonial y el caciquismo local.

Ambos grupos, se han dejado conquistar por los nuevos hábitos, de forma tal que su reproducción costumbrista nos habla de una epidemia en el pensamiento social y en el comportamiento del dominicano. El 2014 ha de ser un año de renovar las viejas prácticas y los viejos hábitos de la adicción al confort, al poder, al dinero y a la agonía por el estatus.

Más que todo eso, debe también ser un año de empoderamiento, de lucha, de impulsar y practicar lo correcto, lo equitativo, lo humano, lo moral, lo ético, lo social y lo espiritual.

Un año 2014 que no sea para torear y sobrevivir a las circunstancias, sino, para prevenir que no ocurran los daños. Un año, de solidaridad y no de caridad. Un año donde no se maquillen las cosas, y se les diga a las personas lo que desean escuchar. Que les insten a hacer lo correcto, para que las mayorías sientan el bienestar y la felicidad.

Este año 2014, el espíritu individual y social tiene que ampararse en las actitudes emocionales positivas, para reproducir mejores personas, y mejor ciudadanía. Y, que esas personas busquen hacer lo correcto; no lo que dé mejores resultados, ni lo que impongan las circunstancias.

Con esas dos determinantes hemos asumido más de 100 años, y el aprendizaje ha sido patológico. Necesitamos personas sanas y amantes de hacer lo correcto.